“Salió de su casa y no volvió”, “Te esperamos en casa”, “Te estamos buscando”, “Mañana podrías ser tú”. Los desaparecidos son una realidad en Junín. Pero ¿qué pasaría si realmente nos preocupara el de al lado? ¿Si nos importara realmente nuestro vecino?
Todos sabemos que la sensación de inseguridad crece y crece. La delincuencia no para y las desapariciones tampoco. Hemos llegado a niveles de maldad insospechados.
Por una parte, tenemos que tomar medidas personales, debemos cuidarnos más de lo normal. Debemos preocuparnos por nuestras mujeres, nuestras madres, nuestras hermanas y también de nuestros hombres. Los desaparecidos van mucho más allá de una cifra: tienen nombre y apellido, son vecinos nuestros y no podemos ser indiferentes. A diario se reportan en promedio dos mujeres desaparecidas en Junín.
No nos puede importar un carajo quien sea el que vive al lado nuestro. Nos debe preocupar que desaparezca gente. No es normal que maten personas y tenemos que preocuparnos antes de que el problema toque nuestra puerta, no después. Cuando falta alguien fallamos como peruanos.
En esto todos somos responsables. Reforcemos nuestras uniones como vecinos, conozcámonos. Busquemos apoyo y si no lo tenemos, estamos en condiciones de influir: Podemos hacerle ver nuestros problemas a la política, que hoy ha sido absolutamente incapaz de solucionarlo. Para ellos somos invisibles. Podemos elegir en octubre a alguien que al menos nos vea e intente buscar soluciones genuinas a las desapariciones. Podemos sacar al político preocupado de sus amigotes y de llenarse el bolsillo. Por ahora, debemos preocuparnos como ciudadanos.